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miércoles, 29 de junio de 2016

Ne te quaesivaris extra.


“Madurez para cerrar viejos ciclos y voluntad para abrir nuevas puertas”.

Eso es todo lo que le he pedido a la vida desde la primera vez que me rompieron el corazón y no solamente para mí, lo he pedido para cada una de las personas que he visto llorar por sentirse traicionada o simplemente decepcionada por todas las ilusiones que vio caer. He aprendido, a base de sacudidas que a veces el dolor se queda un tiempo pero eventualmente se va, así como se fueron los buenos momentos, el amor, los sueños en común, las metas por alcanzar y como el futuro que construiste a lado de esa persona. Y no, dejar atrás las promesas de amor nunca es un acto egoísta, volver a sonreír a los tres días no te hace una insensible, eres humana y la vida simplemente sigue su curso, te detengas o corras, su ritmo no cambia. También es válido hacerlo con tiempo y pausada, desprenderse no es fácil para todos, nunca hay que olvidar que soltar también es amar, es AMARTE que es aún más importante, dejar ir es dejar llegar, y si piensas que el dolor es infinito sólo piensa que alguna vez creíste que ahora sí era para siempre y que su amor nunca acabaría, triste pero cierto.

Acaban de decirme que yo nunca me he enamorado porque no tengo sentimientos y me reí, claro que me he enamorado más de una vez y siempre sabiendo -en el fondo- cuál podría ser el final pero siempre he esperado que no sea así. Claro  que  he amado, he amado a alguien incondicionalmente y con todo el corazón y aún así se fue. Ahora sí que como dijo Samantha: WHAT A WONDERFUL WORLD. La buena noticia amigos es que, sobreviví, no me morí de amor ni se me quitaron las ganas de volver a amar con todo el corazón a alguien aunque se vuelva a ir, y no me pasó una vez, y aún así sigo completa, a veces rota pero con todas mis piezas. Y eso no me hace una mala persona, ni me hace falsa ni tampoco significa que no haya sido amor de verdad simplemente significa como dije antes, que la vida sigue, avances o no.

A veces por muy puro y sincero que sea tu amor la otra persona no lo quiere o busca algo más y es válido, o a veces no  distingues qué es verdad o qué es mentira y aunque te sientas muy confundida déjame decirte que va a pasar, ese sentimiento se irá. Como lección de vida te comparto que lo principal es aprender a amarte. Ámate lo suficiente como para que nadie vuelva a romperte el corazón con su partida porque te tienes y tu persona vale tanto como el amor de alguien más y una cosa es que te dejen y otra muy distinta que tú te dejes. Todo lo que necesitas está en ti lo creas o no, enamorarse es compartir lo que uno tiene dentro, no es encontrar lo que te hace falta sino hacerse más grande, más fuerte y más feliz de la mano de una persona, no es responsabilizar a alguien de nuestros sentimientos, es ilógico poner el corazón en manos  de alguien más  cuando cada uno debe preocuparse por mantener el propio latiendo. Ámate tanto como para no conformarte con amores mediocres que llenan el vacío que deja la soledad, valórate tanto como para no tener que pedirle a alguien que se quede en tu vida, ámate como quisieras que lo hiciera alguien más porque lo triste es dejar de apreciar los regalos que te da la vida por lamentarnos por los que “nos quita”, la vida te regaló inteligencia, presencia y todos los días te da motivos para seguir, no dejes de verlos. Recuerda que en el momento que tú sepas lo que vales, a partir de ese momento, no aceptarás menos de lo que mereces. Te lo escribo yo, que he tenido que empezar a amarme de cero más de una vez. El mundo no se acaba, sólo te invita a continuar el viaje.



lunes, 4 de abril de 2016

Te dejo todo.

“Te escribo para decirte que te libero de mí,
vamos, te “amputo” de mí, sé feliz
y  no me busques jamás.”
 Frida Kahlo.


No sé en dónde estás exactamente, o tal vez sí, pero hace mucho que perdí el derecho de acercarme para preguntarte esas cosas que me dejaste en el pecho y que ahora me están haciendo nudos la garganta, nos hemos alejado tantas veces que esta parece otra rutina pero siendo honesta, espero que sea la definitiva, prefiero conservar todo como algo platónico, porque la vida nos ha vuelto a probar que somos imposibles.
 Dicen que te rompen el corazón pero a mí me duele todo el cuerpo y es que me has lastimado tantas veces que posiblemente lo tengo hecho polvo de tanto amor y de tanta desilusión, parecen irreales estos ocho años creciendo contigo a la par, creyendo que llegaría nuestro momento porque eras el amor de mi vida, ni hablar de estos caóticos dos años que han sido una montaña rusa; diversión, miedos, risas, peleas y amor con su respectiva dosis de rencor. Solía decirte que yo siempre sería tu familia pero me rindo, me voy de aquí, y no me voy porque no te ame, te amo, te amo tanto que me consume, siempre lo he hecho y siempre lo haré, pero el que te ame no significa que me sienta enamorada de ti, rompiste lo último que quedaba, me devastaste aunque también admito que en este tiempo me hiciste más feliz de lo que he sido en toda la vida; compartimos mucho aunque en este momento sé que no recuerdas nada.


Me despido y me voy dejándote casi todo, los momentos, mi esencia, todos los recuerdos en nuestra casa, los planes, mi perfume en tu cama, una decena de cartas y otra de regalos, mis risas en la sala porque siempre lograbas hacerme estallar en carcajadas, mis lágrimas en tu almohada porque más de una vez me ignoraste mientras dormía a tu lado; te dejo las fantasías que te provocaban mis piernas, te dejo los “te amo” que nos decíamos a cada minuto cuando el silencio nos quería invadir, se quedan contigo las pesadillas que me causaban tus zapatos deportivos y también mis ganas de ser cada día mejor para ti, te dejo en los cajones de los muebles nuevos todas las canciones que me dedicabas en las madrugadas <sé que las vas a necesitar para alguien más, te conozco bien>; entre los dos platos y los tres vasos que teníamos se quedan escondidas mis ansias por mejorar incluso en la cocina, sólo para hacerte sentir especial, sólo para que dijeras que te encantaba cuando te preparaba de comer, se quedan mis fracasos como mujer, el recuerdo de mi vientre vacío hace un año, las culpas, los malos deseos y a todos y cada uno de los fantasmas de esas mujeres que jamás me dejaron estar en paz, esos fantasmas que se robaron mi confianza y mi seguridad con cada uno de tus errores, esos que hicieron que me olvidara de quién soy.


Debajo de tu cama, escondidos, están todos los “perdóname” que dije por haberme equivocado, se quedaron ahí porque jamás llegaron a ti sin importar lo cerca que estabas,  mis canciones que no entendías, mis frases, mis libros, mi poesía y mis anécdotas; te dejo mi obsesión con mi apariencia, la paranoia de un closet enorme en donde podría caber toda mi vanidad, se queda haciendo eco todo el amor que te tuve, todas las veces que corrí emocionada a llenarte de besos, mi debilidad para perdonarte; flotando entre tu ropa el aroma a vainilla de mi cabello, todos los planes para escapar a donde nadie nos conociera, tu fascinación por el olor de mi perfume y en todas las paredes te dejo mis gestos que tanto odiabas, la “mean girl” que nunca pude dejar de ser y toda la paciencia que me tuviste, toda tu iniciativa para que comprendiera lo que amabas y  mi incapacidad para aprender de fútbol, todo se queda ahí, tus propuestas de matrimonio y las millones de veces que con todo el corazón te respondí que sí, porque en verdad nos amábamos, ¿verdad?, realmente planeamos mucho juntos, nos queríamos sinceramente en nuestras vidas, nos amábamos mucho, pero nos permitimos destruirnos y duele afrontarlo pero ambos lo hicimos, por eso me voy dejándote incluso los días felices, los días de sol, los días de lluvia, los días de frío y también nuestro único día de playa en ocho años, el día que me regalaste el cielo y el mar porque sabías que para mí era felicidad, todos los “fairytales” que nos inventamos para ser felices y todas y cada una de las veces que no permitiste que dejara de sentirme poderosa e inteligente, te dejo la leyenda del hilo rojo en la que creímos y todas las flores que me diste para alegrarme más la vida.

En un rincón se quedan las veces que escuché tus problemas familiares, todos los remedios que me inventé para curar ese dolor que te causaba y todos los besos que te di para reconfortarte, es más te dejo todos y cada uno de nuestros besos, los inocentes que me robaste a los diecisiete años, los de despedida cada vez que nos alejábamos, los ilícitos cuando alguien más era tu compañía, los que sellaron promesas, los de triunfo y los de reconciliación, te dejo todos los besos y también los abrazos en los que me atrapaste y los que hiciste mi hogar, se quedan sobre tu cama tus halagos, tus palabras bonitas de todos los días y esos mensajes que me hacían suspirar, ese año nuevo que se volvió una pesadilla y por si alguna vez me paseo en tu conciencia, dejo también todo lo que hice por ti, todo el tiempo que te cuide como si fueras un niño, lo mucho que me importaba tu estabilidad y tu felicidad, te dejo ahí las ocasiones en las que te rescaté aunque tú nunca pudiste hacerlo por mí cuando más te necesité; mi corazón roto por todas de las veces que me dejaste y junto a un poco de mi dignidad te dejo las veces que te pedí que no lo hicieras. Te dejo casi todo, la casa está llena de todo lo que fui, me llevo únicamente mi nombre y una parte de ti que ni siquiera tú me puedes quitar, una parte de ti que crece y se hace más mío cada día, una parte que es tuya aunque no puedas afrontarlo, esa parte por la que cada noche pido lo mejor, es todo lo que me pertenece.

Me voy porque ya no aguanto mi vida envuelta en locura, porque en algún momento quiero recuperar a quien fui,  me voy porque todos estos golpes contra la pared están acabando conmigo, aunque más que irme es dejarte ir, es soltarte; y como me enseñó un libro, cada vez que te extrañe te mandaré toda la luz que le diste a mi vida, porque te amé tanto… cada día más y más que parecía irreal amar tanto a alguien, siempre serás mi Chuck Bass ‘my imposible true love’ y por eso  te mandaré siempre lo mejor de mí, me voy agradecida porque me hiciste soñar que los grandes amores no son los perfectos, son en los que se batallan, son los más locos, pero también me enseñaste que no porque el amor sea muy grande, es correcto. Me voy agradeciéndote el que hayas seguido con tu vida porque fue la pauta para que pudiera continuar con la mía, Me voy dejando de creer que si estamos hechos el uno para el otro, eventualmente nos volveremos a encontrar. Me voy y te dejaré ir entre líneas, aunque me cueste un libro, te dejaré ir.


Salette.